Las nuevas voces del carnaval bejarano: sátira, música y compromiso social

Las nuevas voces del carnaval bejarano: sátira, música y compromiso social

Un carnaval que evoluciona: más allá del disfraz

En Béjar, el carnaval siempre ha sido una cita ineludible, una ventana anual de desinhibición y creatividad popular. Pero en los últimos años, algo ha cambiado. Ya no es solo una fiesta de disfraces o un desfile multicolor. Han emergido nuevas voces, agrupaciones y artistas que han decidido utilizar el carnaval como un altavoz para hablar —y gritar, si hace falta— sobre cuestiones sociales, políticas y culturales que tocan de cerca a la comunidad bejarana.

Esta transformación no es casual. Coincide con una etapa de mayor conciencia ciudadana en medio de recortes, desigualdades y una creciente preocupación por el futuro de nuestra comarca. Y el carnaval, con su tradición de transgresión y burla al poder, es el escenario perfecto para canalizar ese sentir colectivo.

La murga como termómetro social

La murga bejarana ha experimentado un renacimiento. Grupos como Los Sinvergüenzas del Zurrón o La Comparsa del Alto están apostando por composiciones que, sin perder el humor, incorporan letras cargadas de crítica y reflexión. En palabras de Mario Núñez, uno de los autores más prolíficos del carnaval local: « Hay cosas que necesitamos decir, y está claro que el disfraz es el mejor micrófono para hacerlo sin miedo”.

En la última edición, por ejemplo, “Los Sinvergüenzas del Zurrón” dedicaron uno de sus temas a la falta de oportunidades juveniles en Béjar. Con rimas punzantes y una puesta en escena que recordaba a una oficina del paro surrealista, consiguieron aplausos y también una ovación en redes sociales. Su vídeo superó las 10.000 visualizaciones en menos de una semana.

Temas que resuenan: del olvido rural al feminismo

¿Qué preocupa a la ciudadanía bejarana? Las agrupaciones lo tienen claro: la despoblación, la precariedad, la sanidad pública, la falta de inversión y el machismo siguen siendo ejes recurrentes de sus actuaciones. En 2023, “La Comparsa del Alto” sorprendió con un número titulado “Ni calladitas ni bonitas”, que criticaba con acidez la persistencia de estereotipos de género desde una perspectiva local.

“No se trata de adoctrinar —comentaba Laura Pérez, integrante del grupo—, sino de poner sobre la mesa lo que mucha gente piensa pero no dice. Y el carnaval, con su tono irónico, permite hacerlo sin que nadie se sienta atacado… aunque a veces duela.”

Resulta difícil ignorar el impacto de estas voces cuando se alinean con el sentir mayoritario de una población que observa con preocupación cómo se cierran servicios básicos en las zonas rurales o cómo se repite el discurso político sin cambios concretos. Algunas letras han sido compartidas incluso por asociaciones vecinales y plataformas cívicas.

Música y sátira: una combinación eficaz

Más allá de las letras, la calidad musical de las agrupaciones ha dado un salto notable. El uso de instrumentos tradicionales bejaranos, mezclados con estilos actuales como el rap o el pop, ha revitalizado el interés del público más joven. Así lo demuestran los ensayos públicos en la Plaza Mayor, cada vez más concurridos.

Una de las revelaciones del año pasado fue “Los Cantaores del Silencio”, que mezclan guitarras flamencas con batería electrónica, y cuyas letras tratan temas ambientales relacionados con la Sierra. Su tema “La niebla no tapa el humo”, fue coreado por centenares de asistentes en el desfile principal.

El uso de la sátira en estas nuevas composiciones no es superficial. Toma referentes históricos del esperpento e incluso del teatro clásico. Algunas agrupaciones consultan a historiadores locales para documentar sus temas. En una actuación, un grupo parodió a los antiguos alcaldes de Béjar como personajes de una tragicomedia griega, con un nivel de guion que sorprendió incluso a expertos en dramaturgia.

Una cantera de crítica: los jóvenes toman la palabra

La emergencia de agrupaciones juveniles es otro fenómeno que conviene subrayar. El instituto Ramón Olleros ha impulsado un taller de murgas con adolescentes de entre 14 y 17 años. En 2024, ya está prevista su primera participación oficial en el concurso principal.

Marina, de 16 años, resume la experiencia: “En clase nadie habla de política, pero aquí sí. Aprovechamos para hablar del machismo en TikTok, del futuro laboral o de lo caro que es irse a estudiar fuera… y además nos reímos.”

Este semillero de voces críticas y creativas augura un relevo generacional, no solo en el carnaval, sino en la vida cívica de Béjar. Numerosos padres y docentes han manifestado su apoyo, considerándolo una herramienta pedagógica potente. La educación artística, que tantas veces se margina en los planes curriculares, aquí demuestra su incidencia directa en la participación y el pensamiento crítico.

La respuesta institucional: entre el apoyo y la cautela

¿Cómo ha reaccionado el Ayuntamiento y el resto de instituciones ante esta ola de carnaval comprometido? Con una mezcla de aplausos y gestos discretos. Aunque se ha mantenido la financiación de las comparsas y se ha cedido infraestructura para ensayos, también ha habido momentos de tensión.

En 2022, una actuación que cuestionaba la gestión municipal de las instalaciones deportivas generó polémica. Algunos concejales pidieron que ese tipo de expresiones se excluyeran del concurso. La Asociación de Agrupaciones Carnavalescas emitió entonces un comunicado contundente: “El carnaval es crítica por definición. Censurarlo es amputarlo”. El debate quedó zanjado, por ahora, del lado de la libertad de expresión.

El concejal de cultura, entrevistado por El Correo de Béjar, reconocía recientemente: “Nos guste o no lo que se dice, debemos respetar este espacio libre. Y si lo que se canta refleja un malestar, habrá que escucharlo, no silenciarlo”.

Un carnaval que interpela y transforma

Aunque la fiesta sigue teniendo sus desfiles, sus bailes y concursos de disfraces, está claro que en Béjar el carnaval ha recuperado su esencia más provocadora y vital. Las nuevas voces que lo protagonizan ya no se conforman con hacer reír: también hacen pensar, reflexionar y, a veces, incomodar.

En palabras de un veterano de la fiesta, Antonio Valverde, con más de 30 años componiendo coplas satíricas: “Siempre hubo crítica en los carnavales, pero lo de ahora es otra cosa. Están mejor preparados, tienen claro lo que quieren decir, y no se callan nada. Y eso es bueno. Muy bueno.”

Así, estas nuevas generaciones demuestran que el carnaval no es solo una tradición festiva, sino también una herramienta poderosa de transformación cultural y social. Y en los tiempos que corren, tener espacios donde podamos reírnos del poder, pero también de nosotros mismos, no es un lujo ni una irreverencia: es una necesidad democrática.